El ladrón hurta, destruye y mata
Bandidos, rateros, pillos, malhechores, hurtadores, lacras o como usted los quiera llamar, idean cada día los robos más vulgares y complejos, para despojar a las personas de los bienes que adquieren con el sacrificio de muchos años.
Siempre estuve en desacuerdo con mi padre cuando afirmaba, con mucha vehemencia, que en República Dominicana hacía falta un presidente con la mano dura, al estilo del dictador Rafael Leonidas Trujillo Molina.
En lo que no se equivocaba Porfirio Jiménez Ramírez, Don Sombro, mi padre, era en que en el pasado, las personas eran más correctas, y en que Trujillo castigaba a los ladrones, de manera despiadada.
Ahora, sin que la culpa se crea que es del Código Procesal Penal, el robar se ha convertido en el Modus vivendi de maleantes, que casi siempre se constituyen en asociación de malhechores, integrando redes que sobrepasan las fronteras.
La semana pasada escribí en el diario Hoy unas de últimas modalidades del robar, consistente en cortar los alambres de uno de los servicios, como el teléfono, el cable o el Internet, para posteriormente presentarse simulando ser reparar de la avería.
Con este ardid, los rateros lograr cargar con todo lo que encuentren en la residencia que consiguen entrar, en ocasiones, vestidos como los técnicos de las empresas que ofrecen el servicio que ellos se encargaron de dañar.
Recientemente, una amiga me contó que estando en un salón de belleza fue despojada de su celular BlackBerry, desgracia que también corrieron otras clientas que se encontraban en el centro al momento de ser asaltado por unos jóvenes, armados con pistolas.
“Quiero que me entreguen los Blackberry, que escondan la cara y nadie saldrá lastimado”, fue la única advertencia que hicieron los desalmados muchachos, quienes se veían con afán de tener dinero. Sustrajeron cinco celulares de la mención que deseaban.
El pasado sábado, la nueva víctima fue la periodista Altagracia Ortiz, del periódico Hoy.
Una mujer que se hacía pasar por clienta del salón de belleza Black White le robó el carro a Altagracia.
En cuestión de minutos, le arrancó varios años de sacrificio, el auto en que se desplazaba desde muy tempranas horas de la mañana.
Se trató de un robo insólito, nunca antes visto en el país. La ladrona se lavaba el pelo en salón ubicado en la Plaza Dominicana de la avenida 27 de Febrero casi esquina Núñez de Cáceres.
Salió del salón y en un descuido sustrajo la cartera de la periodista, la que tenía las llaves del carro. Se dirigió al estacionamiento, donde estaba aparcado el carro Toyota Camry, negro, año 2000, placa A048765.
Primero se robo la cartera, y escurridiza salió del salón, incluso, con el pelo mojado, aprovechando que a la periodista la secaban a blower.
Ya en el parqueo, la mujer hablaba por el celular antes de partir, informó la seguridad del estacionamiento, quien desconocía que se trataba de un robo del vehículo. Esto hace suponer que se trata de una red, que abarca a personas que vigilaron a la periodista cuando penetró al salón, coordinando el tipo de cartera y ubicando el lugar en que cada quien estaciona el vehículo.
No les importó que el carro tenga alarma.
Es terrible el solo imaginar la sensación que se siente con la perdida de los documentos personales, el dinero, y todo cuanto una mujer guarda en un su bolso.
Pero si a esta circunstancia se agrega el hecho de que se le robe su vehículo, entonces es desesperante.
Alguien me recordó que con los ladrones no se puede tener piedad, porque con tal de lograr su propósito, son capaces de matar…
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